martes, 20 de abril de 2010

Carta infiltrada en tiempos de guerrilla
desde el regimiento de acordes y desacuerdos
a la trinchera de la cabaña Shi Selva.



Mi viejo jovenzuelo, espere a que dejaras de esperar y así…hoy martes hacen ya una semana y seis meses desde el ultimo trece martes. Desde que elegiste un nuevo color para la pared de tu habitación y abriste la ventana para ver si era cierto que brillaba, si…al parecer acertaste, (tú o el sol con aquellos rayos tibios de otoño) parece que consiguió seguir abierta...

Qué bueno, que bueno que intuiste que no razonabas,
Que las vueltas marean y la marea arrastra.
Las olas rompen solas y a veces
Es cuestión de fe, no de viajar con mapa.

Te mande a la selva por mí, por disfrutarte cuando vuelvas, yo que nunca quise asimilar nada te digo que hay un mundo que malgastaras mientras nunca lo entiendas.


Escala, ve por él, aunque el manantial luego sea una cloaca, anda tras el yacimiento, porque aunque no sepa igual todos necesitan agua y te encontraras colas y colas en las bocas de riego. Entiende que es algo más que tener el plato lleno.
Amante quiero decir que no te acostumbres a que todo sepa mal, asumir no es ser sumiso aunque lo fácil sea hacerlo mal, ya sabes, aquello del pecado original.
Reinventarte no es romper contigo, es la belleza del kaos en el palacio de la unidad corriendo campo a través por los jardines y bosques de la discordia, bellos y ocultos, esperando a que los rescates y les des sentido.


Así entonces si llueve en ti, enriquécete, ensancha tu cauce y si la corriente te pierde...bucea, bucea hasta salir a flote.

Siempre es un placer,
te seguirá esperando .  .  .  .  Jorge Garde

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